Unsere Tour nach Playa Morena war sehr enttäuschend, und wir würden nicht zurückkehren. Der Mann, der uns herumführte und uns eine Tour gab, war sehr freundlich, aber der Ort, den Sie den Tag verbringen, sieht nicht wie die Bilder aus. Sie geben Ihnen keine Chaise zu bräunen, der Strand und das Wasser sind nicht schön. Die Dame, die meinem Mädchen eine Massage gab, berechnete einen unerhörten Betrag für eine Massage, die nicht einmal gut war. Es gibt bessere Touren.
Una experiencia decepcionante por falta de gestión y mantenimiento.
Tenía muchas expectativas puestas en este lugar, que por historia y naturaleza tiene un enorme potencial. Lamentablemente, fue una experiencia frustrante desde el primer momento, no por el entorno, sino por la pésima organización y el descuido general.
Para empezar, la información de los horarios no coincide: en la web decía que la salida era a las 8:30, pero en el puerto nos informó que era a las 9… y finalmente la encargada llegó a las 9:10. El oficial del puerto incluso tuvo que llamarla por teléfono para confirmar que vendría. Eso ya marcó el tono de lo que vendría después: desorganización y falta de profesionalismo.
Subimos a un barco sin señalización, aparentemente destinado a otro recorrido, y aunque nos dejaron en nuestro destino, íbamos al límite de capacidad con 46 personas. A las 10, finalmente llegamos, donde nos esperaba Dagoberto, nuestro guía. Lo único rescatable de la jornada: amable, conocedor de la historia local y dispuesto a responder nuestras preguntas.
El resto fue una cadena de desilusiones. La supuesta "playa privada" no existe como tal. Los camastros que prometen son apenas unas reposeras de madera en mal estado, acompañadas por sombrillas de palma y sillas de plástico viejas y sucias. Todo el sector da la sensación de abandono. El “beach club” estaba, según nos dijeron, en reparación. Pero si no está operativo, ¿por qué lo siguen promocionando?
El baño era casi una anécdota: sin luz, sin agua, con baldes a modo de cisterna. Y la paz del lugar se vio alterada constantemente: un hombre estuvo conversando a los gritos con una empleada por más de una hora, nadie intervino. Luego llegó una masajista con tres niños que gritaban constantemente y usaban incluso parte de la vajilla destinada a los visitantes. Todo esto en un sitio que supuestamente es para el descanso y el disfrute de la naturaleza.
Para cerrar el corolario, luego de un almuerzo que se sirve bajo sombrillas mientras el viento enfría los platos en segundos y te vuela la ensalada del tenedor, intentamos descansar. Pero en ese momento llegaron unos seis chicos lugareños a jugar al fútbol en la playa... la misma que se anuncia como "privada". En un descuido, mientras intentábamos dormir, vi a dos de esos chicos hurgando el bolso de unas turistas mexicanas que estaban tomando sol a unos metros. Los descubrí justo a tiempo y, al ponerme en actitud defensiva, desaparecieron de inmediato. Ese fue el punto en que ya solo queríamos irnos. La lancha debía pasar a las 15 hs, pero a eso de las 14:30 comenzó a llegar nuevos grupos de visitantes, a quienes también les habían vendido la misma promesa. Intentaron ocupar las mismas reposeras, y las chicas mexicanas fueron literalmente invitadas a moverse a unas sillas de plástico para dejar su lugar a estos nuevos incautos. El final no podía ser más desprolijo: el barco que debía llevarnos de regreso, que tiene una capacidad máxima de 46 personas, regresó con 51, e improvisaron asientos como pudieron, incumpliendo las normas de seguridad náutica más básicas.
En resumen, una experiencia que podría ser increíble, arruinada por mala gestión, falta de mantenimiento y escaso cuidado por la experiencia del visitante. Ojalá tomen nota, porque el lugar lo vale, pero así como está, no lo recomendaría.